Antonio Cervantes Kid Pambelé, el primer gran rey del deporte colombiano

Antonio Cervantes Reyes – Kid Pambelé

Antonio Cervantes Reyes -aquel al que Colombia y el mundo del boxeo conocen como ‘Kid Pambelé’-, la gloria le llegó la noche del 28 de octubre de 1972. Fue en el Gimnasio Nuevo de Ciudad de Panamá, en el décimo asalto de la pelea contra Alfonso ‘Peppermint’ Frazer, por el título de la división de los welter ligeros de la Asociación Mundial de Boxeo. En su edición del día siguiente, El Espectador resumía así los 75 segundos que duró el asalto de la victoria: “Cervantes tira izquierda a la cara. Fuerte respuesta de Frazer. Frazer cayó para conteo de ocho. Vuelve a caer por segunda vez. El retador conecta con derecha e izquierda a la cara y Frazer cae por tercera vez. El árbitro declaró a Cervantes como campeón”.

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Era como si con cada golpe, más que noquear a su rival, ‘Pambelé’ estuviera derrotando la pobreza que le acompañó desde niño en San Basilio de Palenque, su tierra natal, donde fue vendedor ambulante de pescado, y después en las polvorientas calles del sector de Chambacú, en Cartagena -a donde llegó con sus padres y sus cinco hermanos antes de cumplir los diez años-, para dedicarse a embolar zapatos y vender cigarrillos de contrabando en el Camellón de los Mártires. Pero más que eso, cada puño en la cara o en el cuerpo de Frazer significaba también ganarles a todos aquellos que nunca creyeron en él y que siempre miraron con desprecio y burla sus actuaciones en el ring.

Fue precisamente en el Camellón donde dio sus primeros puños en peleas callejeras. ‘Pambelé’ siempre supo desde niño que el boxeo era la única salida de ese infierno de miseria que le rodeaba, sin saber que el giro irónico del destino lo regresaría a él, ya no en la pobreza sino en la opulencia. En sus comienzos fue considerado ‘del montón’ y usado como relleno en una que otra velada boxística. Su estilo deslucido generaba rechazo entre el público y hasta cuenta que una vez le ofrecieron cuatrocientos pesos por una pelea y después le pidieron rebaja: “Como tú no gustas entre los aficionados, ni entre nosotros, a ver si lo haces por doscientos pesos”, le dijeron.

En su obra: El oro y la oscuridad, la vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé -quizás la mejor biografía que se haya escrito sobre el ex campeón-, el periodista Alberto Salcedo Ramos describe el momento en que el empresario cartagenero Nelson Aquiles Arrieta lo vio llegar una mañana de 1963 a su oficina, con una bolsa de cigarrillos bajo el brazo y un cajón de lustrar zapatos: “Fiel a su costumbre, Arrieta lo examinó de pies a cabeza en el primer vistazo. Lo midió al ojo, le calculó el peso. Su olfato de tiburón se excitó en el acto, reconoció en aquel intruso de extremidades largas y aceradas, al campeón soñado. Era magro como una anguila pero sólido como una roca. Daba la impresión de que, en la misma noche, podía bailar una tanda de mapalé y pelear contra cinco tipos. Sin preámbulos, el visitante fue al grano: dijo que se llamaba Antonio Cervantes Reyes, que había nacido en Palenque de San Basilio el 23 de diciembre de 1945 y que quería una oportunidad como boxeador”.

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